¿Dónde se encuentran las proteínas puras?
Las proteínas forman la trama de la materia
viva, tanto animal como vegetal, eso significa que se encuentran en la mayoría
de los alimentos que conocemos. Para desarrollar su modo de acción específica y
toda su potencialidad, el régimen de las proteínas debe estar compuesto por
alimentos tan ricos en proteínas como sea posible. En la práctica, excepto la
clara del huevo, ningún alimento posee esta pureza. Los vegetales, por muy
proteicos que sean, siempre son demasiado ricos en hidratos de carbono. Es el
caso de todos los cereales y de todos los farináceos, leguminosos y diversos
feculentos. No obstante, para las personas a las que les canse comer carne y
pescado, pueden incorporar a la dieta el tofu y el seitán, que tienen un alto
valor proteínico. Quiero hacer también una excepción con el salvado de avena.
Como habrán visto, lo incorporo a mi plan como uno de los 100 alimentos, el
único glúcido admitido entre las proteínas. He observado que su consumo produce
una reducción del apetito, una sensación de saciedad más rápida y una fuerte
disminución de la frustración. Por todo ello incluyo entre las recetas varias
para preparar tortas que ayudan a diversificar la dieta y tomar la cantidad de
una cucharada y inedia al día que receto. Si quiere saber más sobre las
propiedades del salvado de avena, les recomiendo que se hagan con el libro base
de mi método, No consigo adelgazar, de la editorial Integral. Los alimentos de
origen animal, más proteicos que los vegetales son en su mayoría demasiado
grasos. Así sucede con el cerdo, el cordero, algunas aves demasiado grasas
(como el pato y la oca) y numerosas partes del buey y de la ternera. No
obstante, existen unos cuantos alimentos de origen esencialmente animal que,
sin llegar a la pureza proteica la cual no deseamos que sea integral), se
acercan a ella y que, por este motivo, serán los principales actores del
régimen Protal. EI caballo, con excepción de la falda. EI buey, excepto el
entrecot, la chuleta y todas las partes que se de cocido. La ternera asada. Las
aves de corral, salvo el pato y el ganso. Todos los pescados, incluidos los
pescados azules cuya grasa, eminentemente protectora para el corazón y las
arterias humanas, los hace aceptables aquí. Los moluscos y los mariscos. Los
huevos, la pureza proteica de cuya clara es mancillada por el ligero contenido
en grasa de la yema. Los productos lácteos desnatados son muy ricos en
proteínas y totalmente desprovistos de materias grasas. Sin embargo, contienen
una pequeña cantidad de lactosa, azúcar natural de la leche. La escasez de
glúcidos y el buen sabor de estos alimentos les permiten conservar su sitio en
nuestra selección de alimentos esencialmente proteicos que componen la fuerza
de ataque de mi plan.
La
pureza de las proteínas reduce su aporte calórico
Todas las especies animales se sustentan con
alimentos compuestos de tres únicos nutrientes conocidos: las proteínas, los
lípidos y los hidratos de carbono. Pero, para cada especie, existe una
proporción ideal y específica de estos tres nutrientes. En el hombre,
esquemáticamente es 5-3-2, es decir 5 partes de hidratos de carbono, 3 partes
de lípidos y 2 partes de proteínas, una composición bastante cercana a la de la
leche materna. Cuando la composición del bolo alimenticio respeta esta cifra de
oro específica, la asimilación de calorías en el intestino delgado se efectúa
con una eficacia máxima, y su rendimiento es tal que puede facilitar la toma de
peso. Se dice que el cuerpo saca provecho. A la inversa, basta con modificar
esta proporción óptima para perturbar la absorción de las calorías y reducir
otro tanto el rendimiento de los alimentos. En el aspecto teórico, la
modificación más radical que pueda concebirse la que reduciría más intensamente
la absorción de las calorías) residiría en restringir la alimentación al
consumo de un solo nutriente. En la práctica, aunque se ha intentado en Estados
Unidos con los hidratos de carbono (régimen de Beverly Hills, que solo autoriza
las frutas exóticas) y con los lípidos (régimen Esquimal), la alimentación
reducida exclusivamente a los azúcares o a las grasas es difícilmente
realizable y de consecuencias graves. El exceso de azúcar facilita la aparición
de la diabetes. El exceso de grasa atasca el corazón y sus arterias. Además, la
ausencia de proteínas indispensables para la vida obligaría al organismo a
sacarlas de sus reservas musculares. Por tanto, la alimentación limitada a un
solo nutriente no es concebible más que para las proteínas (una solución
aceptable por lo que respecta a la parte gustativa), evitando así el riesgo de
colapso arterial y que, por definición, excluye cualquier carencia proteica.
Cuando se logra instaurar una alimentación basada en alimentos de muy alto
contenido en proteínas, al intestino delgado (encargado de extraer las calorías)
le cuesta trabajar sobre un bolo alimenticio para el cual no está programado.
No puede aprovechar plenamente mi contenido calórico. Se encuentra en la
situación de un motor de dos tiempos concebido para funcionar con una mezcla de
gasolina y de aceite expuesto a funcionar ahora con gasolina pura. Tras haber
producido una serie de traquidos, al poco se ahogaría por no poder utilitar su
carburante. ¿Qué hace el organismo en estas condiciones? Saca lo que es vital,
las proteínas indispensables para el mantenimiento de sus órganos (músculos,
glóbulos, piel, cabello, uñas), y deja pasar, sin utilizarlas, el resto de las
calorías proporcionadas.
La
asimilación de las proteínas es un trabajo costoso que necesita un consumo
considerable de calorías
Para entender esta segunda propiedad de las
proteínas, que contribuye a la eficacia de Protal, es indispensable
familiarizarse con la noción de ADS (Acción Dinámica Específica —según sus
siglas en francés— de los alimentos). La ADS representa el esfuerzo o el
consumo que ha de invertir el organismo para deshacer un alimento hasta
reducirlo al estado de eslabón básico, bajo cuya única forma se le permite
pasar a la sangre. Eso exige un trabajo cuya importancia varía dependiendo de
la consistencia y la naturaleza química del alimento. Cuando usted ingiere 100
calorías de azúcar (azúcar rápido por excelencia), compuesto por moléculas
simples y poco combinadas, lo absorbe rápidamente, y ese trabajo al organismo
no le cuesta más que 7 calorías. Quedan pues 93 que son utilizables. La ADS de
los hidratos de carbono es de 7%. Cuando usted ingiere 100 calorías de
mantequilla o de aceite, la asimilación es un poco más laboriosa, y ese trabajo
le cuesta 12 calorías, no dejando al organismo más que 88 calorías residuales.
La ADS de los lípidos pasa entonces a 12%. Por último, para asimilar 100
calorías de proteínas puras, clara de huevo, pescado magro, o queso blanco
desnatado, la suma es enorme, porque las proteínas están compuestas por un
conglomerado de muy largas cadenas de moléculas cuyos eslabones básicos, los
aminoácidos, están unidos entre sí por una fuerte amalgama que exige un trabajo
infinitamente más costoso. Este gasto calórico de simple absorción es de 30
calorías, no dejando al organismo más que 70 calorías, o sea un ADS de 30%. La
asimilación de las proteínas, auténtico trabajo interno, es responsable de una
liberación de calor y de una elevación de la temperatura corporal que explica
por qué se aconseja no bañarse en agua fría justo después de una comida rica en
proteínas, ya que la diferencia de temperatura puede ocasionar una hidrocución.
Esta característica de las proteínas, molesta para los bañistas con prisa,
representa una bendición para el gordo tan hábil en el arte de asimilar las
calorías. Le va a permitir realizar un ahorro indoloro que le permitirá
alimentarse más cómodamente sin sufrir la sanción inmediata. Al final del día,
de un consumo proteico de 1.500 calorías, que representa un aporte sustancial,
después de la digestión no quedan más que 1.000 calorías en el organismo. Es
esta una de las claves del régimen Protal y la base de mi régimen, conocido
como método Dukan. Pero eso no es todo...
Las
proteínas puras reducen el apetito
La ingestión de alimentos azucarados o grasos,
fácilmente digeridos y asimilados, genera una saciedad superficial, rápidamente
superada por el regreso del hambre. Estudios recientes han demostrado que el
picoteo de alimentos azucarados o grasos no retrasa el regreso del hambre, ni
reduce las cantidades ingeridas durante la comida. En cambio, el picoteo de
alimentos proteicos retrasa la hora de la comida siguiente y reduce las
cantidades ingeridas. Además, el consumo exclusivo de alimentos proteínicos
genera la producción de cuerpos cetónicos, potentes inhibidores naturales del
hambre y responsables de una saciedad duradera. Después de dos a tres días
siguiendo una alimentación limitada a las proteínas puras, el hambre desaparece
totalmente, y Protal puede seguir su curso evitando la amenaza natural que pesa
sobre la mayoría de los demás regímenes: el hambre.
Las
proteínas puras combaten el edema y la retención de líquidos
Algunos regímenes o tipos de alimentación son
conocidos por ser hidrófilos y favorecer la retención de líquidos, con los
clásicos hinchamientos como consecuencia inmediata. Es el caso de los regímenes
con dominante vegetal, ricos en fruta, en verduras y en sales minerales. — En
cambio, las alimentaciones ricas en proteínas son regímenes más bien
hidrófugos, o sea que facilitan la eliminación de líquidos, y por tanto también
la desecación de los tejidos empapados de agua, tan preocupantes durante el
periodo premenstrual o durante la premenopausia. El régimen de ataque de
Protal, compuesto por proteínas tan puras como es posible, posee esta propiedad
a su más alto nivel. Esta característica representa una particular ventaja para
la mujer. En efecto, cuando un hombre engorda, principalmente es porque come
demasiado, de modo que acumula en forma de grasa todo su excedente calórico. En
la mujer, el mecanismo de aumento de peso es más complejo y a menudo está
asociado a una retención de líquidos que frena y reduce los resultados de los
regímenes. En ciertos momentos del ciclo menstrual, durante los cuatro a cinco
días que preceden a la regla o en ciertas encrucijadas de la vida femenina
(pubertad anárquica, premenopausia interminable o incluso en el centro de la
vida genital bajo el efecto de desórdenes hormonales), las mujeres, sobre todo
las que tienen sobrepeso, empiezan a retener líquidos y sienten que su cuerpo
se vuelve esponjoso, hinchado, que les cuesta sacarse los anillos de sus dedos
rechonchos; sienten sus piernas pesadas y sus tobillos hinchados. Esta
retención va acompañada de un aumento de peso que habitualmente es reversible,
aunque también puede volverse crónico. Sucede incluso que cuando estas mujeres
se ponen a régimen para recuperar su línea y evitar esta gordura, constatan con
sorpresa que los pequeños remedios que antes lograban vencer estas sobrecargas
ahora resultan inoperantes. En todos estos casos (que no son poco frecuentes),
las proteínas puras, tal como se encuentran en el régimen de ataque de Protal,
tienen una acción a la vez decisiva e inmediata. En unos días, incluso en unas
horas, los tejidos empapados de líquidos se secan, dejando una sensación de
bienestar y de ligereza que se traduce inmediatamente en la balanza y que
refuerza la motivación.
Las
proteínas puras aumentan la resistencia del organismo
Vamos a tratar aquí de una propiedad muy bien
conocida por los nutricionistas y observada desde siempre por los profanos.
Antes de la erradicación de la tuberculosis mediante antibióticos, una de las
bases clásicas del tratamiento de esta enfermedad era la sobrealimentación, con
aumento notable en la proporción de las proteínas. En Berck (norte de Francia),
incluso se obligaba a los jóvenes adolescentes a beber sangre animal. Hoy en
día, los entrenadores aconsejan una alimentación con alto contenido proteico a
los deportistas que exigen más a su organismo. Los médicos hacen lo mismo en
las anemias para aumentar la resistencia a la infección o para acelerar la
cicatrización de las heridas. Es útil servirse de esta ventaja, porque el
adelgazamiento, sea como sea, siempre debilita un poco el organismo. He notado
que el periodo inaugural de Protal (compuesto exclusivamente de proteínas tan
puras como sea posible) es su fase más estimulante. Algunos pacientes me han
comentado incluso que ejercía en ellos un efecto euforizante, tanto físico como
mental, y esto a partir del final del segundo día.
Las
proteínas puras del régimen Protal permiten adelgazar sin pérdida muscular ni
reblandecimiento de la piel
Esta constatación no es nada sorprendente
cuando se sabe que la piel (su tejido elástico) así como el conjunto de los
músculos del organismo están esencialmente constituidos por proteínas. Un
régimen pobre en proteínas obligaría al cuerpo a sacarlas de sus propios
músculos y de su piel, provocando que esta última perdiera su elasticidad, sin
hablar del debilitamiento de los huesos (a menudo ya amenazados en las mujeres
con menopausia). La unión de estos efectos produce un envejecimiento de los
tejidos, de la piel, del cabello y de la apariencia general. Estos cambios no
pasan desapercibidos a nuestro entorno, algo que por sí solo puede provocar la
interrupción del régimen. A la inversa, un régimen rico en proteínas o, con
mayor motivo, un régimen compuesto exclusivamente de proteínas (como el que
inaugura Protal), tiene pocos motivos para atacar las reservas del organismo ya
que la dieta las proporciona masivamente. En estas condiciones, el
adelgazamiento rápido y tonificante mantiene la firmeza de los músculos, el
brillo de la piel y permite adelgazar sin desmejorar el aspecto. Esta particularidad
del régimen Protal puede parecer secundaria para las mujeres jóvenes y
gorditas, musculosas y con piel gruesa, pero resulta capital para las que se
acercan a la menopausia o que poseen una musculatura reducida o una piel
delicada y fina. Porque, y ahora es la ocasión de hablar de ello, actualmente
se ven demasiadas personas que controlan su silueta con la balanza como única
referencia. El peso no puede y no debe tener ese papel exclusivo. El resplandor
de la piel, la firmeza de los tejidos y la tonicidad general del cuerpo son
otros tantos parámetros que interfieren en la imagen exterior de una mujer.
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