Cuando la microbiota intestinal pierde su equilibrio
La microbiota intestinal es una red sumamente compleja de
microbios en interacción que desempeña un papel clave en la digestión y en la
defensa inmunitaria. Influye, asimismo en las funciones endocrinas afectando
incluso al sistema nervioso central. Un número cada vez mayor de estudios
avala, sin dejar lugar a dudas, que una composición variada y correctamente
equilibrada de la microbiota resulta esencial para nuestro bienestar. El
Profesor Francisco Guarner de la Universidad Hospital Valle de
Hebrón
(Barcelona/España), miembro del comité científico de la cumbre
mundial de 2016 sobre “Microbiota intestinal y salud” y uno de los mayores
expertos mundiales en microbiota intestinal presentó una sinopsis de cómo las
alteraciones del equilibrio microbiano intestinal están relacionadas con
diversos trastornos y enfermedades.
En
individuos sanos, la composición de la microbiota intestinal es sumamente
diversa, con cepas bacterianas protectoras que superan en número a las cepas
potencialmente perjudiciales. Esto garantiza una división eficaz y beneficiosa
del trabajo dentro del intestino. Por el contrario, una pérdida de dicha
diversidad junto con la aparición de un desequilibrio entre las proporciones de
cepas bacterianas puede acarrear graves consecuencias. Esta pérdida del
equilibrio, denominada disbiosis, está asociada con una amplia gama de trastornos
que incluyen diarrea, (SII o enfermedades inflamatorias intestinales (EII)),
cáncer colorrectal, así como ciertas enfermedades hepáticas y alergias, y
afecciones relacionadas con
la
nutrición como son la obesidad, la diabetes de tipo dos y la celiaquía. Las
alteraciones de la composición de la microbiota intestinal también afectan al
sistema nervioso central, ya que el intestino y el cerebro están conectados a
través de un sinfín de vías de comunicación utilizadas por metabolitos
bacterianos y transmisores. Así pues, no es de extrañar que incluso trastornos
Mentales y
del desarrollo neurológico, como por ejemplo la depresión, la ansiedad y el
autismo, puedan estar relacionados con la disbiosis de la microbiota
intestinal. Una disminución de la diversidad microbiana en el intestino se
acompaña de una inestabilidad del ecosistema que conforman estos
microorganismos en interacción: una composición disbiótica de la microbiota varía
con mucha mayor frecuencia que una sana, debilitándose su resiliencia, lo que
implica que la comunidad microbiana sólo se recupera lentamente y a menudo de
forma insuficiente de los desafíos que pueden suponer, por ejemplo, un
tratamiento con antibióticos o una enfermedad
Diarreica
aguda.
La pérdida del desequilibrio y sus causas. Desde un punto de vista bioquímico, las disbiosis presentan
algunos rasgos comunes: el número de bacterias que producen los Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC)
–por ejemplo, los
productores
de butirato como Faecalibacterium, Roseburia o Eubacterium– se ve reducido, lo cual es perjudicial ya que los AGCC
fortalecen la barrera intestinal y el sistema inmunológico y contribuyen en la
lucha contra los patógenos. Paralelamente, la proporción de microorganismos
nocivos
Aumenta:
esto incluye bacterias que producen lipopolisacáridos (LPS), una
endotoxina
que puede provocar inflamación, así como microbios que son
resistentes
al oxígeno, lo cual les permite aproximarse y dañar las células epiteliales que
recubren la mucosa. Otra amenaza para estas células
que se
deriva de una microbiota disbiótica es el mayor potencial para formar un ácido
tóxico para las células epiteliales, el ácido sulfhídrico.
Las causas
de disbiosis son múltiples, pero la higiene moderna y el uso generalizado de antibióticos
figuran entre las más importantes. El grado en que estas prácticas médicas y
del estilo de vida han alterado el entorno microbiano ancestral en individuos
de las sociedades occidentales queda patente cuando se compara con los seres
humanos que vivían en las
condiciones
de la era preindustrial. Estas personas presentaban una mayor diversidad microbiana
que la de norteamericanos y europeos, y compartían elementos comunes en sus microbiotas
intestinales que distan claramente de las microbiotas "occidentales".
No obstante, la cuestión crucial de cómo están relacionadas la disbiosis y las
enfermedades asociadas, desde un punto de vista causal, sigue estando abierta.
Mientras que ciertos cambios microbianos podrían derivarse de afecciones
subyacentes, otros son probablemente inductores de enfermedades. Ensayos que
demuestran que las afecciones metabólica e inflamatoria, así como ciertos
patrones cognitivos y conductivos pueden transmitirse de un animal a otro mediante
el trasplante de microbiota fecal sugieren que dichas relaciones causales
existen.
Cómo tratar la disbiosis
Actualmente,
se están investigando diversas opciones de tratamiento para revertir la
disbiosis y reducir así el riesgo de padecer una enfermedad. El trasplante de
microbiota fecal (TMF) ha demostrado ser altamente eficaz en el tratamiento de
la colitis causada por Clostridium difficile y es una de las mejores opciones terapéuticas para evitar recaídas.
El TMF parece ser efectivo para mejorar la sensibilidad a la insulina en
pacientes que padecen una diabetes de tipo 2, pero su efecto beneficioso no
resultó ser permanente. En el caso de las EII, los resultados obtenidos hasta
hoy no son fiables. Según el Profesor Guarner, no se deben esperar mejoras
espectaculares. Están llevándose a cabo estudios con el TMF probado en
trastornos del espectro
autista.
“En resumidas cuentas, el TMF no es una estrategia terapéutica con una
aplicabilidad a gran escala debido a diversas limitaciones críticas que
incluyen una falta de normalización, una falta de identificación de los
microbios que proporcionan los efectos beneficiosos frente a aquellos que
pueden acarrear riesgos para la salud y una pérdida de la viabilidad de
especies sensibles al oxígeno durante la intervención”, afirmó el Profesor
Guarner.
Las
estrategias basadas en la dieta que se están ensayando actualmente de forma
sistemática abren prometedoras vías. Los alimentos destinados a incrementar la
cantidad de especies bacterianas beneficiosas pueden evitar o aliviar las
enfermedades relacionadas con la disbiosis.
Los
prebióticos –unos ingredientes nutricionales que "alimentan" a las
bacterias beneficiosas– mejoran la actividad metabólica de la microbiota
intestinal al incrementar la producción de ácidos grasos de cadena corta y la
abundancia de especies beneficiosas como Faecalibacterium
y
Akkermansia. Se ha podido demostrar, por
ejemplo, que una dieta enriquecida con prebióticos constituía un apoyo para la
restricción calórica en individuos obesos con diabetes de tipo 2.
“Las causas de la disbiosis son múltiples,
pero la higiene moderna y el uso generalizado de entre las más importantes”.
El potencial de los probióticos
Las
bacterias beneficiosas en forma de probióticos han llamado la atención de
expertos y del público en general desde hace ya un tiempo, ya que parecen
ofrecer también importantes opciones. Inundando el ecosistema del intestino
delgado, los probióticos inducen mecanismos antiinflamatorios y fortalecen la
barrera mucosa. Los ensayos demuestran que los probióticos son eficaces, por
ejemplo, en la prevención y el tratamiento de la diarrea, pero también de algunas
formas de SII, ciertas alergias y potencialmente en la encefalopatía hepática.
Se están llevando a cabo estudios para explorar el papel potencial del consumo
a largo plazo de probióticos en la prevención y el tratamiento de trastornos
metabólicos como la obesidad y la diabetes de tipo 2. “Pese a que la magnitud
de los beneficios de estas estrategias basadas en la dieta puede ser moderada,
son seguras y pueden aplicarse rápida y fácilmente”, El potencial para preservar la salud de los
probióticos, sin embargo, está lejos de haber sido plenamente aprovechado.,
ciertos miembros de la microbiota humana pueden constituir nuevos candidatos
para nuevos probióticos. Estos microbios incluyen
Akkermansia muciniphila y Faecalibacterium
prausnitzii junto con otras bacterias productoras
de butirato tales como las especies de Roseburia y Eubacteriumhallii. “La posibilidad de que estos microbios puedan utilizarse en
alimentos, suplementos dietéticos o fármacos dependerá de que se demuestre su
seguridad y eficacia para este tipo de usos y de los marcos regulatorios”, subrayando la importancia de las
investigaciones exhaustivas: “Para estos nuevos probióticos, que pueden incluir
especies poco estudiadas, sería conveniente proceder sobre la base de un
criterio de cepa-por-cepa hasta que reunamos la información suficiente y entendamos
sus mecanismos para extrapolarlos al nivel de la especie. Podría resultar que comunidades
bacterianas que incluyan cepas determinadas obtenidas de muestras humanas y no
tanto cepas aisladas, demuestren ser, con las suficientes pruebas sobre su
seguridad y eficacia, una herramienta óptima para corregir la disbiosis y
reducir el riesgo de padecer enfermedades derivadas de estados disbióticos”.
La mayoría
de estas bacterias son adquiridas por las madres, cuando el bebe pasa por el
canal conformado por la pelvis a la hora de nacer. Y vivirán con nosotros por
el resto de nuestra vida.
A menos
que nuestra alimentación sea deficiente, sea por el alcohol, o por
medicamentos, como antibióticos u conservantes alimenticios. Y los probioticos
no nos ayudarán a controlarlo, ya que estas bacterias en un momento dado se
podrían volver patógenas, provocando
tumores, como cáncer de colon u otros. (Dr. Carlos Allen)