CONSUMO DE ALIMENTOS Y SUS HORARIOS
Grasa y tu salud en los alimentos y sus horarios de consumo.
“Nos
quitaron el tiempo y nos dieron el reloj” – Abdullah Ibrahim
Nuestros
antepasados no sabían la hora ni les importaba. No tenían relojes ni agendas.
Se regían por los ciclos del sol y las estaciones.
Con la
era industrial todo cambió. La luz artificial nos permitía empezar a trabajar
antes y acostarnos más tarde. Se impusieron los horarios fijos y los trabajos a
turnos. La cadena de montaje no podía detenerse. No importaba si era verano o
invierno, noche o día, el reloj pasó a dominar nuestra vida. Nos hemos hecho esclavos del RELOJ.
Reemplazamos
los ritmos naturales de la vida por los ritmos artificiales de la oficina.
Y sobre todo de la TECNOLOGIA. y DEL TELEVISIÓN
Si algo nos puede ayudar en esta epocas de stress es conocer los horarios de nuestra alimentación y que debemos de comer.
Nuestros
relojes
Todos
los seres vivos tienen un reloj ecologico, que regula su fisiología. Pero fué Benjamin Franklin quien para ahorrar energia propuso el horario de verano y de invierno. En los
humanos, este reloj está en el núcleo supraquiasmático, un conjunto de miles de
neuronas situadas en el hipotálamo. Puede mantener los ciclos de manera autónoma,
pero necesita estímulos externos para “mantenerse en hora”.
El
principal sincronizador de este reloj central es la luz, de ahí la importancia
de exponernos a la luz solar durante el día y minimizar la luz artificial por
la noche.
Pero
los órganos tienen además sus relojes particulares, los llamados relojes
periféricos. El hígado, páncreas e intestino mantienen sus propios ritmos
circadianos. Responden parcialmente a la luz, pero es la comida su principal
estímulo sincronizador. Según los meridianos de energía en los organos es cada dos horas y tardan 24 horas en volver a tener exceso de energía.
La
expresión de miles de genes en estos órganos varía a lo largo del día,
siguiendo su ciclo circadiano (estudio).
Funciones como el metabolismo de la glucosa, la producción de triglicéridos y colesterol o los procesos de desintoxicación varían en función de la hora.
Por eso ciertos fármacos deben administrarse a horas específicas para optimizar
su efectividad
En el
intestino, la motilidad y eficiencia en la absorción de nutrientes también
depende de su ritmo circadiano
No solo
los órganos mantienen su reloj interno, también nuestras bacterias
y se ven impactadas cuando se desregulan sus ciclos, y hasta el alimento consumido altera su actividad.
El
estilo de vida moderno, alejado de los patrones naturales de luz-oscuridad por
un lado, y alimentación-ayuno por el otro, desajusta ambos relojes (central y
periféricos), favoreciendo la obesidad y la enfermedad. Las mismas calorías
tendrán efectos diferentes en el cuerpo según la regulación de estos relojes. Que en la mayoria de los casos según el tipo sanguineo( grupo), puede tener su propias alta y bajas.
Ratones
y ritmos circadianos
Los
ratones adoran la comida basura. Cuando tienen acceso libre a
ella pican durante gran parte del día. El resultado es obesidad, diabetes, inflamación… Es decir, se comportan como
nosotros y enferman como nosotros.
¿Qué
ocurre cuando se restringe su ventana de alimentación a 8 horas? Comen las
mismas calorías, pero no sufren las mismas consecuencias negativas.
Hay
muchos estudios similares sobre este concepto, denominado “alimentación con
horario restringido” (o Time Restricted Feeding en inglés). Consiste en
concentrar todas las comidas en una ventana de 8-12 horas a lo largo del día.
Muchos de sus beneficios coinciden con algunos enfoques del ayuno intermitente, como el 16/8.
Pero
nuevos estudios demuestran un beneficio adicional: la sincronización de los
relojes periféricos.
Si en
vez una dieta obeso génica se utiliza una dieta saludable, los ratones con
acceso permanente a comida no engordan, pero el grupo con horario restringido
gana más músculo y mejora su rendimiento físico
No está claro por qué, pero se especula que puede deberse a optimizar el propio
ritmo circadiano de la síntesis de proteína
y a promover una mayor densidad mitocondrial.
Uno de
los efectos de comer durante todo el día es la desincronización de los relojes periféricos,
especialmente cuando lo hacemos fuera de nuestros períodos naturales de
actividad (el día para los humanos, la noche para los ratones).
Ciertos
genes relacionados con los relojes periféricos necesitan períodos de ayuno para
su correcta expresión. Alterar genes relacionados con estos relojes periféricos
en el páncreas o el hígado aumenta los niveles de insulina y favorece la
diabetes, obesidad, hígado graso…
Tampoco
es necesario restringir la ventana de alimentación todos los días. Esto indica que a pesar de no
limitar los horarios de comida durante fines de semana se mantiene la
regulación circadiana.
Se ha
descubierto también que comprimir la ventana de alimentación favorece una mayor
diversidad bacteriana y la diversidad de nuestra
microbiota es un reflejo de su salud. Poblaciones cazadoras-recolectoras tienen
una microbiota mucho más diversa que la occidental
¿Ocurre
lo mismo en humanos?
Los
humanos no somos ratones grandes, pero los principios se mantienen. Cuanto más
nos alejamos de lo que nuestros genes consideran normal más problemas tenemos.
La luz
artificial y el acceso constante a la comida han expandido la ventana de
alimentación. Desayunamos antes del amanecer y seguimos comiendo horas después
del atardecer.
Aunque
la evidencia en humanos es todavía limitada, los pocos estudios existentes
apuntan a un efecto similar
“El patrón típico de alimentación en las sociedades modernas,
de tres comidas al día más snacks, es anormal desde una perspectiva evolutiva“.
Recoge además evidencia en animales y humanos de los potenciales beneficios de
respetar ciclos de ayuno nocturnos de 16 horas.
Y no
hablamos únicamente de problemas metabólicos o acumulación de grasa, sino de otras enfermedades
como cáncer:
Optimizando
los horarios de comida
La
recomendación clásica de hacer 5-6 comidas diarias nos lleva a empezar el día comiendo y en muchos casos a cerrar la
jornada con un snack delante de la tele, creando una ventana de alimentación
antinatural.
Podríamos
representar este enfoque habitual con las siguientes gráficas (3 comidas + 2
snacks en la primera imagen y 3 comidas + 3 snacks en la segunda, con el último
snack antes de acostarse).
Este
horario atenta contra nuestros relojes periféricos, con los problemas asociados
que mencionamos.
No hay
un horario de comidas idóneo para todos, pero hay dos principios que ayudan:
Consumir
la mayor parte de las calorías durante el día, con una parte menor ya entrada
la noche. En invierno es difícil seguir esta recomendación, pero tampoco te
preocupes demasiado. Es mucho más importante el siguiente punto.
Extender
los períodos de ayuno durante la noche, cenando antes o desayunando más tarde.
Considerando
estas premisas, tienes muchas opciones para distribuir tus comidas. Si te gusta
desayunar, hazlo. Si prefieres saltarte el desayuno y hacer un par de comidas
grandes, también vale. ¿Te gusta incorporar un snack? Adelante.
Otro problema que se presenta es que se hace poco ejercicio, y cuando se hace es en fines de semana, por lo regular jugando futbol y corriendo como desesperados por dos horas; y a esto al terminar toman cervezas o liquidos frios nunca a sorbos, sino de un tirón.
Mantener cierta regularidad en los
horarios para facilitar la sincronización
Los órganos que participan en la digestión tienen una respuesta anticipatoria.
Se activan a las horas acostumbradas, y procesarán mejor los alimentos si están
“preparados” para ello.
Dicho
esto, es interesante hacer variaciones de vez en cuando, para introducir un
componente de hormesis, de adaptación a lo
desconocido. Es igual que con los entrenamientos: para progresar mejor
necesitas programación, pero ciertas sesiones aleatorias o libres te ayudarán a
responder a lo imprevisto.
Resumen
y conclusiones
Evolucionamos
en armonía con los ritmos de la tierra. Nuestros ciclos circadianos esperan
fases de luz y oscuridad, de alimentación y ayuno. La vida moderna difumina las
líneas que separan estas fases, y nuestra salud se resiente.
Dicho
esto, no olvides la regla principal: lo que comes y cuánto comes es más
importante que cuándo comes. Recuerda: los ratones que seguían una buena
alimentación no engordaban incluso con acceso ilimitado a comida.
Es
decir, las horas de las comidas no son tan importantes como el contenido de
esas comidas, pero todo cuenta.
Este
enfoque (restringir la ventana de alimentación) es especialmente interesante
para personas que tienen más control sobre sus horarios que sobre sus
alimentos. Si tu alimentación no es la ideal, reducir la ventana de
alimentación mitigará algunos de los daños asociados.
Otro
corolario de todo lo anterior: asegurar un espacio razonable de ayuno (12-16
horas) durante la noche es más importante que cuántas veces comes al día.
Seguramente
será más beneficioso hacer 4 o 5 comidas dejando 14 horas de ayuno que 3 comidas
dejando solo 8. Pero dado que en general hacer más comidas pequeñas no reduce
el apetito, mi recomendación sería hacer
las mínimas que necesites, aunque es un tema secundario. Hace 50 años o más nuestros abuelos comian en esta forma: desayuno (café y pan) 5 de la mañana, almuerzo (atole, tamales,tacos de insectos,etc) 11 de la mañana. Comida a las 15 :00 ( sopas, carnes, arroz, frijoles,etc) Merienda a las 19:00(atole, café, pan). Cena 10 u 11 de la noche algo de las sobras de la comida y café. No se hacia como ahora con 10 tacos y cervezas o refrescos, sino era en pocas cantidades, nunca al artazgo.
Y caminaban a todos lados.
Tendrás
que seguir mirando la hora oficial para ser un miembro funcional de esta
sociedad, pero no te olvides de tus propios relojes internos.