LAS QUEJAS Y EL RESENTIMIENTO
POR
Eckhart Tolle
DR. CARLOS ARTURO ALLEN
SISNIEGA.
LAS QUEJAS Y EL RESENTIMIENTO
"Renegar es una de las estrategias predilectas del ego para
fortalecerse. Cada queja es una historia inventada por la mente y la creemos
ciegamente. No importa si manifestamos nuestras quejas o si las pensamos en
silencio. Algunos egos sobreviven fácilmente a base de lamentos únicamente,
quizás porque no tienen mucho más con lo cual identificarse. Cuando somos presa
de esa clase de ego, nos lamentamos habitualmente, en particular de los demás.
Sin embargo, es algo que hacemos inconscientemente, lo cual significa que no
sabemos lo que hacemos.
Aplicar rótulos mentales negativos a los demás, ya sea en su cara o
cuando se habla de ellos, suele ser uno de los componentes de este patrón.
Utilizar adjetivos ultrajantes es la forma más cruda de esos rótulos y de la
necesidad del ego de tener la razón y triunfar sobre los demás: “idiota, perra,
imbécil”, son pronunciamientos definitivos contra los cuales no hay argumento
posible. En el siguiente nivel más bajo en la escala de la inconsciencia están
los gritos y las injurias, y bastante cerca, está la violencia física.
El resentimiento es la emoción que acompaña a las lamentaciones y a los
rótulos mentales, refuerza todavía más al ego. El resentimiento equivale a
sentir amargura, indignación, agravio u ofensa. Resentimos la codicia de la
gente, su deshonestidad, su falta de integridad, lo que hace, lo que hizo en el
pasado, lo que dijo, lo que no hizo , lo que debió o no hacer. Al ego le
encanta. En lugar de pasar por alto la inconsciencia de los demás, la
incorporamos en su identidad. ¿Quién lo hace? Nuestra inconsciencia, nuestro
ego.
A veces, la “falta” que percibimos en otra persona ni siquiera existe.
Es una interpretación equivocada, una proyección de una mente condicionada para
ver enemigos en los demás y elevarse por encima de ellos. En otras ocasiones,
la falta puede existir pero la amplificamos al fijarnos en ella, a veces hasta
el punto de excluir todo lo demás. Y fortalecemos en nosotros aquello contra lo
cual reaccionamos en otra persona.
No reaccionar al ego de los demás es una de las formas más eficaces no solamente
de trascender el ego propio sino también de disolver el ego colectivo de los
seres humanos. Pero solamente podemos estar en un estado donde no hay reacción
si podemos reconocer que el comportamiento del otro viene del ego, que es una
expresión de la disfunción colectiva de la humanidad. Cuando reconocemos que no
es personal, se pierde la compulsión de reaccionar como si lo fuera.
Al no reaccionar frente al ego logramos hacer aflorar la cordura en los
demás, es decir, oponer la conciencia incondicionada a la condicionada. En
ocasiones quizás sea necesario tomar medidas prácticas para protegernos contra
personas profundamente inconscientes. Y podemos hacerlo sin crear enemistad.
Sin embargo, la mayor protección es permanecer en la conciencia. Una persona se
convierte en enemiga cuando personalizamos la inconsciencia de su ego. No
reaccionar no es señal de debilidad sino de fuerza. Otra forma de expresar la
ausencia de reacción es el perdón. Perdonar es pasar por alto o no reparar. No
reparamos en el ego sino que miramos la cordura alojada en la esencia de todos
los seres humanos.
Al ego le encanta quejarse y resentirse no solamente con respecto a
otras personas, sino también a las situaciones. Lo mismo que se le hace a una
persona se le puede hacer a una situación: convertirla en enemiga. La
implicación siempre es: esto no debería estar sucediendo; no quiero estar aquí;
no quiero tener que hacer esto; es una injusticia conmigo. Por supuesto el peor
enemigo del ego es el momento presente, es decir la vida misma.
No se deben confundir las quejas con el hecho de hacer ver a una persona
una deficiencia o un error a fin que que pueda corregirlo. Y abstenerse de
quejarse no significa tolerar la mala calidad o la mala conducta. No es
cuestión del ego decirle a un mesero que la sopa está fría y que debe
calentarse, siempre y cuando nos atengamos a los hechos, los cuales siempre son
neutros. Renegar es decir “Como se atreve a traerme una sopa fria”. Hay allí un
“yo” al cual le encanta sentirse personalmente ofendido por la sopa fría y que
va a sacar el mayor provecho de la situación, un “yo” que disfruta cuando
encuentra la falta en el otro. Las quejas a las cuales nos referimos están al
servicio del ego, no del cambio. Algunas veces es obvio que el ego realmente no
desee cambiar a fin de poder continuar quejándose.
Trate de atrapar a la voz de su mente en el momento mismo en que se
queja de algo, y reconózcala por lo que es: la voz del ego, nada más que un
patrón mental condicionado, un pensamiento. Cada vez que tome nota de esa voz,
también se dará cuenta de que Ud. No es la voz, el pensador está en primer
plano. Es así como usted Se libera del ego, de la mente no observada. Tan
pronto como tome conciencia del ego que mora en usted, deja de ser ego para
convertirse en un viejo patrón mental condicionado. El ego implica inconsciencia.
La conciencia y el ego no pueden coexistir. El viejo patrón o hábito mental
puede sobrevivir y reaparecer durante un tiempo porque trae el impulso de miles
de años de inconsciencia colectiva, pero cada vez que se le reconoce se
debilita."
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