Cómo
debe ser la dieta de una persona con Alzheimer
Aunque aún se desconoce que es lo que produce
esta enfermedad. A nivel mundial se investiga sobre este padecimiento. Sobre
todo en la Universidad de Estocolmo en Suecia. Es importante desconfiar de
suplementos nutricionales y productos que aleguen curar, retrasar o detener la
enfermedad. Es importante que sea lo más natural, evitando la leche y los productos lacteos. Y sobre todo conocer si fueron vacunados contra influenza u otro tipo de vacunas.
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Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa y crónica que, en la actualidad,
no tiene cura. El tratamiento con fármacos ayuda a mitigar sus síntomas pero no
es capaz de retrasar ni de detener su desarrollo. Del mismo modo, no existe una
dieta para curar el Alzheimer. Sin embargo, sí es posible que la alimentación ayude a prevenir esta enfermedad
y que mejore el pronóstico y la calidad de vida de quienes ya la padecen, como
se detalla a continuación.
Alzheimer, pérdida de peso y
déficits nutricionales
A nivel físico, uno de los
indicadores nutricionales más característicos de los pacientes con enfermedad
de Alzheimer es la pérdida de peso. Esto se debe, sobre todo, al deterioro de
los órganos de los sentidos, que se hace visible ya en las primeras etapas de
la enfermedad. Y es que resulta frecuente que se pierda la atracción por los
alimentos y el apetito, porque el gusto, el olfato o el oído juegan un papel
fundamental en la elección del alimento y en el deseo de comer. De hecho, con
frecuencia, estas personas presentan deficiencia de determinadas vitaminas, por
lo que se puede recomendar la suplementación, preferentemente de vitamina B12 o
de tiamina.
Los pacientes de Alzheimer, en
principio, no cuentan con requerimientos nutricionales especiales. De manera
general, se aconseja que sigan una dieta equilibrada. Sin embargo, es común que
estas personas sufran algún tipo de déficit, principalmente de selenio,
vitamina B12 o folato. O metales como oro, osmio y otros.
Tanto en la etapa temprana
como en la avanzada, el deterioro de los órganos de los sentidos con lleva una
menor ingesta de alimentos ante la falta de apetencia y percepción. Esta es la
principal causa de las deficiencias nutricionales en este tipo de pacientes.
Por ello, es importante hacer un estudio nutricional del enfermo de Alzheimer
en sus primeras fases para detectar, de modo precoz, si presenta algún tipo de
carencia o riesgo de padecerla y poder corregirla, para proporcionarle una
mayor calidad de vida durante su enfermedad. Esta valoración se puede realizar
mediante una encuesta nutricional y obtención de datos antropométricos y
dietéticos, que debe llevar a cabo un especialista de la materia, y que precisa
de una observación del progreso del paciente y poder valorar los indicadores y
datos necesarios.
Alimentos médicos y suplementos
para el Alzheimer
Respecto al tratamiento del
Alzheimer mediante la alimentación, en primer lugar hay que tener en cuenta que
los tratamientos médicos actuales (inhibidores de la colinesterasa y
antagonistas de receptores NMDA) no curan, solo retrasan o detienen el
desarrollo de la enfermedad. Es decir, tratan los síntomas. De este modo, hay
que desconfiar de suplementos nutricionales y productos que aleguen
"curar, retrasar o detener" la enfermedad.
Existen algunos suplementos
nutricionales o "alimentos médicos" empleados como apoyo al
tratamiento farmacológico, siempre bajo supervisión profesional. No obstante,
el uso de estos "alimentos médicos" es controvertido, ya que no están
sometidos a los mismos controles que los medicamentos, por lo que sus supuestos
efectos no han sido testados con resultados positivos en ensayos clínicos
completos. De hecho, organizaciones como Alzheimer's Association denuncian la publicidad engañosa
de este tipo de productos y desaconsejan su utilización a la espera de nuevos
estudios que avalen su eficacia y seguridad.
En general, los suplementos
vitamínicos, por sí solos, no causarían ninguna mejora significativa en
pacientes. En cambio, las combinaciones de nutrientes, dentro de una dieta
adecuada, sí producirían una mejora en la capacidad para hablar y la memoria de
los enfermos.
Recomendaciones dietéticas
Entre las recomendaciones para
el tratamiento del paciente hay determinados alimentos de fácil masticación y
que puedan cubrir las carencias que se pueden presentar. Destacamos las
siguientes indicaciones:
§ Tomar
alimentos que aporten bastante energía: jalea real, miel, cacao, bayas de goji,
coco...
§ Consumir
alimentos ricos en antioxidantes y vitaminas como ajo, aceite de oliva,
aguacate, nueces, fresas, frambuesas, kiwis, cítricos...
§ Hacer las
cinco comidas del día.
§ Beber
suficientes líquidos para mantenerse hidratados en todo momento.
Estas recomendaciones
dietéticas serían alteradas en etapas más avanzadas de la enfermedad, donde ya
hay problemas de deglución. En ese momento, los líquidos deberían ser también modificados para evitar atragantamientos, debiéndolos hacer
más espesos, para que sean consistentes y tengan forma de bolo alimenticio más
fácil de tragar. Los alimentos sólidos no deben ser fibrosos o que se dividan,
sino que deben conformar un único bocado y, si cabe la posibilidad, triturarlos
para que sean más sencillos de ingerir.
La clave está en llevar una
dieta sana, variada, equilibrada y controlada. Además, no hay que atender solo
al tipo de alimentos que se ingieren sino, también, cómo y con quién los comemos, ya que es muy importante la forma de
elaboración y compartir las comidas con personas queridas y allegadas. Sobre
todo, en el caso de esta enfermedad, tener a los familiares cerca puede ser una
de las mejores ayudas.
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