TERAPIA DEL OLVIDO.
TERAPIA DEL OLVIDO
POR. EL DOCTOR CARLOS ARTURO ALLEN SISNIEGA.
1.- ¿Qué es olvidar y para qué sirve?
Olvidar es una de las funciones naturales de la memoria, que sirve para descargar de la conciencia, rutinas ya aprendidas, así como el dolor que nos causamos al recordar, ciertas experiencias penosas.
En el primer caso, esas experiencias se convierten en aprendizaje automático para uso inconsciente, por ejemplo cuando aprendemos a manejar un auto o una bicicleta o alguna tabla aritmética. El conocimiento se convierte en parte espontánea de uno.
En el segundo caso, nos abre la puerta del control y perdón interno, a nosotros mismos. Por haber paralizado nuestra evolución y oportunidades de vivir en paz y tranquilos. Pudiendo tomar las cosas, como de quien vino y hasta reímos de nuestra escasa sabiduría, y haber permitido guardar una actitud de avinagrado resentimiento por tanto tiempo.
Recordar es volver a vivir y olvidar es recordar sin sentir.
Aunque esta afirmación, parezca poética, es una verdad muy simple y práctica. Recién cuando olvidamos, podemos controlar sin esfuerzo nuestras emociones y reacciones. Entonces logramos conectarnos con nuestra gran capacidad para perdonar que es muy grande, porque somos un espíritu que mora en este cuerpo físico que sufre. Descubrirá que errar es humano y perdonar nuestros errores es divino.
Y si el proverbio lo dice, será porque hay algo de cierto.
Solo así podremos volver a arriesgarnos, con fe y esperanza en que si nos vuelve a pasar. Será muy distinta nuestra actitud y no nos afectará.
Olvidar, también sirve para recuperar nuestra habilidad para aprender, discriminar y seleccionar nuestras respuestas ante situaciones futuras; para actuar con madurez, sabiduría, altura y resignación frente a la adversidad. Aunque muchas veces nos sorprenderemos de nuestras nuevas respuestas, sin saber de donde las sacamos.
También sirve para perdonar nuestros errores, y darnos a plenitud. Y el perdón empieza con uno mismo, sin culpas, sin remordimientos sin sentirlo. Como quien dobla la esquina y por extensión, podremos perdonar a otros sus agravios y carencias de sabiduría. Recordemos la petición de Cristo a su padre:
"Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen." Lo cual nos enseña que muchos agravios son absolutamente carentes de intención en primer plano.
En el caso, los soldados solamente obedecían órdenes, de quienes veían en el místico, una figura que amenazaba a sus afanes de poder y de control político, económico y religioso del pueblo judío.
Sin embargo, para poder perdonar; es preciso primero, olvidar la emoción que acompaño a la experiencia dolorosa. Tenga presente que no son los hechos los que nos hacen sufrir, sino el significado que les dimos, como oímos y vimos los acontecimientos. Eso es nuestra experiencia y esta se puede cambiar, se puede aprender a no participar en ella. Solo entonces su recordar será neutral, un contemplar a distancia sin juzgar, sin criticar ni comparar o compadecerse de uno mismo; sin pena, sin cólera, temor o cualquier otra emoción. Entonces descubrirá la paz y tranquilidad que tanto necesita. Cuando llega ese momento Ud. sentirá la fuerza de su espíritu y le sorprenderá como actúa, independientemente de sus convicciones religiosas. Las tenga o no. Aunque sea ateo o agnóstico. El humano mecanismo igual funciona en todos. Como lo leeremos a continuación, en el desarrollo de las próximas preguntas, líneas abajo.
2.- ¿Qué queremos olvidar?
Hay momentos en la vida en que queremos olvidar lo que nos paso. Sobretodo cuando fuimos víctimas de una humillación, una ofensa, la ingratitud de un abandono, una injusticia, una traición o cuando sufrimos la separación o la perdida de un ser querido. También queremos olvidar, lo que dijimos o hicimos, que nos llena de vergüenza, confusión, culpa o remordimiento. Si no he considerado lo que Ud. Quiere olvidar, hágamelo saber.
3.- ¿Qué hace doloroso el recuerdo?
Cuando nos reprochamos a nosotros mismos, se reaviva la emoción con que recordamos la experiencia en el presente, así como las reacciones corporales que acompañan a la emoción, por ejemplo: tensiones musculares, opresión, palpitaciones, sudoración, enrojecimiento, boca seca y otras emociones como desasosiego, decepción, culpabilidad, impotencia, indignación, cólera o resentimiento, siendo esta última la más desapercibida, subterránea y clandestina de todas. Y la que más daño hace; porque produce enfermedades crónicas: como el asma, artritis, varices, hipertensión, alteraciones del ciclo menstrual, abortos, algunos cánceres. Hernias prolapsos. Hasta tendencias adictivas. Entre otras.
4.- ¿Cuándo queremos olvidar?
Cuando las desagradables reacciones corporales de la emoción que acompañan al recuerdo doloroso. Limitan nuestras relaciones sociales, de pareja, estudio, trabajo o familia.
Como consecuencia, de esta limitación, nos sentimos desprotegidos, nos volvemos inseguros y faltos de confianza para desenvolvernos. Nos sentimos observados y merecedores de alguna crítica o reproche. Particularmente, cuando la reacción corporal se convierte en algo incontrolable como enrojecer, transpirar, temblar o no poder hablar.
La única solución que se nos ocurre, es evitar a como de lugar, el desencadenante de nuestra tensión. Este desencadenante muchas veces nos parece ilógico y absurdo, como es en el caso de las fobias específicas: a los espacios cerrados, las alturas, las aglomeraciones, a ciertos animales o las otras.
Las fobias sociales cuyo centro es sentirse observado y criticado. En ambas la fuerza de nuestra convicción, de estar ante una situación amenazante, supera a nuestra fría razón. Que no nos tranquiliza. Y no hay edad para dejar de sufrirlas.
5.- ¿Cuándo dañan los recuerdos?
Cuando a partir de una experiencia dolorosa, "generalizamos" sus alcances y decidimos. Si me paso una vez, siempre me sucederá y no estoy dispuesto a soportarlo. Entonces queremos controlar, que en el futuro vuelva a suceder y "nos anticipamos" con frases que empiezan así: Y si de repente: …… (me sonrojo; transpiro; me engañan; juegan otra vez con mis sentimientos; me da la crisis; me muero asfixiado, del corazón ó de un derrame; paso la vergüenza de…, hago el ridículo, y otras tantas más.) La solución inmediata es " evitar " y así sin cuenta darnos, recortamos nuestra existencia. Nuestro futuro se torna obscuro y sombrío. Ya que se limitan las posibilidades de realizarnos socialmente, encontrar una pareja, lograr un buen empleo ó seguir estudiando. Muchas veces, la limitación se debe a alguna enfermedad física, algún dolor, o una perturbación de nuestra función sexual.
6.- ¿Qué pasa cuando no olvidamos?
Nos volvemos intolerantes maldicientes y resentidos, renegamos de nuestra suerte, nos sentimos víctimas de los otros. Acumulamos culpas, cóleras y amarguras; nos deprimimos, ya que vivimos insatisfechos y disconformes; impedidos de encontrar paz, tranquilidad y perdón. Nos mal acompañamos por dentro y aunque estemos rodeados de gente, nos sentimos profundamente solitarios. Lo peor de todo, es que envejecemos más temprano. Aún siendo jóvenes todavía.
Envejecemos -es oportuno saberlo- cuando creemos que ya lo sabemos todo y que no hay nada nuevo que aprender en esta vida.
En suma, todo esto nos impide crecer en nuestra espiritualidad, solidaridad, amor y otros valores elevados; indispensables para ser amables compañeros de ruta como amigos, padres o cónyuges; tanto como para trabajar con alegría, creatividad y gratitud por esta tierra que nos vio nacer
7.- ¿Cómo hacemos para no olvidar?
Cuando algo desagradable nos sucede, la cúspide del hecho ingrato dura segundos, a veces minutos. Sin embargo, los minutos, horas, días y años que escuchamos en nuestro interior, la interpretación que dimos al hecho. Nos hace volver a sentir y a actuar lo vivido, como si recién hubiera pasado. Cada día que pasa, fijamos más el recuerdo y muchas veces lo amplificamos. Imaginando lo que dirán de nosotros, nuestros conocidos si se enterarán o caemos en la trampa de la comparación, con otros o con nosotros mismos, cuando en el pasado vivíamos tiempos felices. De esta manera, sin darnos cuenta, rumiamos nuestros resentimientos. Y enfermamos más.
Otras veces, buscando consuelo, comprensión o exculparnos contamos a gentes inexpertas nuestro drama, con lo cual, sin saberlo, lo fijamos más.
Por otra parte, frecuentemente sucede, que cuando guardamos nuestro drama en secreto, tenemos la sensación de que los demás lo notan, que hasta lo leen en nuestra mirada o gestos. Entonces luchamos por ocultarlo y no trascienda, y esa lucha nos debilita aún más y contribuye a encerrarnos en la experiencia del pasado. Y es así como hacemos para no olvidar.
8.- ¿Cómo guarda el cerebro los recuerdos?
Independientemente de su contenido. El cerebro archiva la información en "procesos". Un proceso es una secuencia, algo así como los pasos de una receta. Llegando a identificarse, que "las emociones" que dan sentido a la concepción del mundo personal del sujeto, se guardan en sistemas de representación sensorial. Mientras que la calidad con que calificamos a la experiencia de grata o ingrata, se fija con palabras, es decir en sistemas de representación verbal . Lo cual, ya es técnico y requiere de un entrenamiento personal para borrarlos de nuestro cerebro.
9.- ¿Cómo hace el cerebro para olvidar los recuerdos que lastiman?
Los recuerdos frescos o no borrados, son grabados como una película en colores, de la que somos protagonista. A medida que olvidamos, la película se torna en blanco y negro, nos convertimos en observadores, las escenas se desenfocan y tomamos distancia, de nuestra manera como calificamos lo vivido. Y así llega un momento, en que contemplamos la experiencia. Dejamos de participar en ella y ya no la sentimos. El tiempo para olvidar es muy personal y es involuntario. Sin embargo, se puede acelerar el proceso del olvido.
10.- ¿Cómo podemos acelerar el tiempo de olvido?
Enseñándole a modificar su película personal. No es importante que cuente el contenido de su película sino como aparece en su memoria. En ese espacio virtual de lo "imaginario" y que se guarda en nuestros archivos de memoria.
Ese espacio virtual es una realidad inmediata. Verifíquelo ahora.
Desplácese a otro ambiente físico. Cierre los ojos y recuerde lo que acaba de leer. No solo lo vera, también oirá sus propios pensamientos como comentarios sobre lo que leyó y los ruidos que acompañaron a la experiencia de leerme. Solo requiere relajarse, confiar en dejarse guiar y jugar a "Cómo seria si distorsionara mi recuerdo y dejara de participar en el como me lo pide este Dr." Todas las intervenciones, están encaminadas a propiciar ese olvido de alguna parte de su experiencia, para lograr cambiar su historia personal.
No se pueden cambiar los hechos, pero si su experiencia de ellos. Es decir, como los interpreto, como oyó y como vio lo que sucedió. Descubrirá como liberarse del recuerdo que lastima y limita.
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